jueves, 22 de septiembre de 2016

LA MODA DE LO ECO



Hubo un tiempo, a finales de los 90, en que en los bajos comerciales disponibles solo abrían tiendas de móviles. En cada esquina de cada manzana de cada barrio te topabas con uno de estos negocios. Décadas más tarde fue el turno de los establecimientos de cigarrillos electrónicos y sus espantosos rótulos, que años después fueron sustituidos por las letras a tamaño gigante de ‘Compro oro’ que crecían como setas en cualquier parte de la ciudad, fuera L’Eixample o Malilla. Cada vez quedan menos de estos locales que se alimentaban de la necesidad de las familias españolas por rascar lo que fuera vendiendo la cadenita de la comunión de la niña. Desde hace poco, si observas a tu alrededor, el negocio de éxito son las franquicias de panadería con un diseño cuidado y la promesa de que los productos que allí consumes están elaborados de forma artesanal y llevan muchos cereales. Yo solo veo un horno eléctrico donde meten masa congelada por lo que me cobran el doble de lo habitual.


Desde que comenzó el verano, observo una nueva tendencia. Con solo dos meses de diferencia, han abierto en mi barrio, en un radio de medio kilómetro, dos supermercados ecológicos y una tienda de productos orgánicos. Lo natural está de moda. Desayunamos leche de avena con semillas, comemos quinoa, cenamos tofu, seitán y sopa de miso mientras renegamos de la carne y abominamos de la química. Alimentarse bien, tratando de consumir productos frescos y de proximidad, apostar por los pequeños agricultores y ganaderos y el kilómetro cero es muy importante, no solo por el bien de nuestro organismo sino también por la responsabilidad social que ello implica, pero existe el riesgo de que esta corriente eco termine siendo algo efímero y superficial. Como cualquier otra moda de usar y tirar.

Publicado en Las Provincias el 22/9/16

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