viernes, 12 de agosto de 2016

MERCANTILIZAR EL AMOR




¿Recuerdan aquella figura del exhibicionista con la que alguna vez de chavales nos topamos? Se acercaba hasta el grupo de colegialas mostrando lo que le colgaba de la entrepierna tratando de escandalizar a las inocentes testigos que solíamos darle cuatro gritos ante los que huía despavorido. Ese tipo de exhibicionismo se me antoja algo casi pueril al lado de los otros tipos de exhibicionismo que hoy abundan en esta sociedad en la que cualquiera puede hacer ostentación de sus atributos, corporales o no, con un solo clic. Me refiero al exhibicionismo intelectual, al ideológico, al moral o al peor de todos, el exhibicionismo sentimental que campa a sus anchas por las redes sociales. El último capítulo lo han protagonizado Risto Mejide y su novia. El presentador le ha hecho a su chica un vídeo declarando su amor y se lo ha mandado a través de twitter.

Dejando de lado el texto del supuesto poema visual, que es bastante truñete, llama la atención la imagen. Casi cinco minutos de un plano de su novia en sujetador poniéndose y quitándose una camisa y haciendo poses sexys en una habitación de hotel. Da la sensación que el vídeo sea un anuncio de colonia de bajo presupuesto. Me extraña que el presentador haya firmado semejante caspa. A mí me parece más el deseo de un señor de mediana edad con ganas de mostrarle el mundo lo insultantemente joven y lo descaradamente buena que está su novia. Eso o una extraña forma de mercantilizar su amor, porque él de tonto no tiene un pelo. Veo muy poca verdad en esta versión moderna del “Te quiero Mari Tere” escrito con letras en la carretera. Con lo bonito que es amarse bajiito y decirse te quiero al oído. La demostración amorosa de Risto da tanta vergüenza que me parecen más dignos aquellos tipos perturbados que se abrían la gabardina.

Publicado en Las Provincias el 12/08/2016

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